Comenzando un viaje, en el que hay exclusión, qué se puede hacer. No ha habido razones para molestarse, sólo aquella que pide porque la soledad no se sienta tan cerca, pero en esta no hay reclamo posible, quien viaja no ha provocado esto, lo provoca su distancia. Los primeros días son preciosos, cómo primeros, eso no es preciso, no existen esos pocos días, hay días en que hay costumbre a aquella carencia, los días de costumbre se pueden pasar. Dudas que se postran cerca y piden por ser eliminadas, por ser resueltas, enterrarlas en arena no las haría sucumbir: por qué se debe continuar de pie sólo teniendo una fe; ¡es hilarante, eso no existe y lo dicho sin una expresión en los ojos carece de sensación, hay qué dárselo y es claro que le daremos esa sensación que quiere expresar la persona! más probable es que adquiramos la sensación que desea falsamente transmitir...
En este presente aún no hay hueco, sigue estando la constancia que rige -aunque suene árido- la forma de la relación, entonces, no se puede reclamar, pero tampoco se podría admitir verse afectado. No tener más compañía hace vibrar de forma cándida el cerebro y tenerla lo hace vibrar indiferente.
Se soñaban horas, minutos, no más días, y cuatro es un número espeluznante.