Similar a lo que se intenta ordenar.

A enterarnos entramos y a convencernos, cuando hay "debilidad de mente" tortura que no existe. Nos sentimos animados a huir, no, creería esto falso, nos sentimos animados a quedarnos. Y esto es lo de mal olor. Incitarnos a derramar dolores, a arrastrarlos y a recogerlos, aunque los dejamos allí para ansiar desaparecerlos reemplanzándolos con sudoraciones internas dadas por nuestros propios segregares, que se agotan y se suspenden para retornar pasados unos timbres y recoger lo que arrastrábamos; para cargarlo en el interior, nuevamente.

Qué pedo esta vaina.

Enórdenes

Carencia de orden, infatal. sólo peregrinando o desgastando el tiempo. Participando en actividades de mecanografía. O así nos engañamos.

No debo concentrarme en exceso ahora. Un sacrificio tal vez. ¿Qué sucediera? Expresiones amotras como los movimientos propios de los humos no siempre ciertos.

Qué destrosante caminar y caminar y caminar por lugares tan entendidos en sus dolores. Tan sobre entendidos en las palabras excesivas, en las aceleraciones, es por ello el escape. Es detestable la imaginación conforme, que crea, que hace y forma falsedades. E intranquiliza. O el lugar contrario, que ahora, a nadie debe importale.


Y esa pregunta tan adorable: ¿qué debo hacer? mientras, hago, hago, pero la pregunta no responde. Hago y hago, y la pregunta no responde, eso causa modorra. Ni una cercanía, siquiera. Simplemente, no funciona, no da, no mueve, es estancado, quedado ahí...


...