A enterarnos entramos y a convencernos, cuando hay "debilidad de mente" tortura que no existe. Nos sentimos animados a huir, no, creería esto falso, nos sentimos animados a quedarnos. Y esto es lo de mal olor. Incitarnos a derramar dolores, a arrastrarlos y a recogerlos, aunque los dejamos allí para ansiar desaparecerlos reemplanzándolos con sudoraciones internas dadas por nuestros propios segregares, que se agotan y se suspenden para retornar pasados unos timbres y recoger lo que arrastrábamos; para cargarlo en el interior, nuevamente.
Qué pedo esta vaina.
No hay comentarios:
Publicar un comentario