Un hombre se levanta taciturno de su asiento, yéndose a servir una copa de vino que lo mostrará elegante, en un espacio oscuro, pero alumbrado con delicadeza por luces nocturnas como un cielo enternecedor que permite viajes torpes hacia puntos incandescentes de hidrógeno. Llamarlo "hombre" es un gustico para entender que un protagonista, no es un personaje importante en el contorno en el que él vive, sólo es quien tienen más atención en la historia, y el "un" es una exquisitez que deseo, se comprenda como sólo "un". Verlo levantado, mirando un cielo negrusco y apuntillado, no posee en absoluto alguna grandeza de la cual pudiéramos estar sorprendidos al ver que él la realiza; lo de mayor impresión es su vino, tantos quisieran embriagarse jovenmente al tocar y oler un ese moscatel, pero mientras se miran las estrellas y no se tiene con quien estar; una copa de vino del barato es sabrosamente maluco, recuerda la compañía, los alunizajes en tierras desconocidas por la embriaguez, mientras decimos babosadas entre nosotros; para él podría un vino ser una compañía, si era barato, recordador.
Al mencionar algo que me incluya, es porque, aunque narrador, puedo tener amigos narradores, tragos para embriagar que están en el espacio de los narradores, y eso es posible mientras el escritor diga que me desea siendo un opinador activo de sus escritos, no únicamente la voz de fondo que describe lo que se lee, así que para no aburrirme vivo en un mundo de narradores. Pero, opino que él está obsesionado con la importancia de mi participación, siempre estoy.
Habitante de casa acomodada, como muchos humanos, se sentaba a reflexionar sobre los sostenes y las mujeres cuando había Luna; sobre la maravilla de esas maravillas que lo maravillaban cuando el cielo estaba despejado; sobre la ropa que tenía en el perchero cuando el cielo estaba nublado; y - sin ser toda la lista- sobre las pequeñas preguntas que lo rodearan. Podría mirar el cielo cada día que no estuviera nublado, estaba lejos de las idioteces sociales, como colocar luz en la noche o impedir que la pornografía se exhiba en las calles y promocionarla en internet; podía observar como él deseara el cielo. La respuesta común a preguntas que se llenaban de paranoias científicas como ¿cuál es la temperatura del sol? ¿los extraterrestres existen? era "debo responderme algo distinto ahora"; nada más común que verlo como astrónomo aficionado, pero no, su dedicación era esa, Astrónomo; observador de un cielo que a nadie le importa, a menos que se desee regalar la Luna o algún otro astro fácil de recordar como "todas las estrellas" o "Dios"; al decir a nadie, a qué ahora se explora como obligación y pocas veces como placer. Viajar a esos lugares: a la Nube de Orb, para mirar despectivamente la tierra desde allí como un punto, hacia una nebulosa o cerca de lo radiación cósmica de fondo para saborear un tiempo distinto y sentir los remanentes de la continuidad. Esos sitios eran una visita posible para una imaginación niñezca.
Los sentimientos hace de un cuento, algo que se puede oír para sentirse afín, el reguero, el vómito de emociones múltiples que se pueden mostrar, de ahí, malgastar el tiempo indagándose sobre "qué deseo" si no está vivo en pereza para pensar, o "yo quisiera tener una vida como esa" "uy, qué maluco vivir así" si sólo piensa prejuiciosamente; <sentirse afín> se escucha como <ser humanos juntos>, tanto de lo que se escribe ocasionalmente inhibe al texto entre su rigidez de la sensación humana, lo que la hace aburrida, y debe hacerse apasionada por otros lugares tal vez no tangibles por muchos. El exceso de emociones, también le provee de óbito al placer y lo trastoca en vicio, como las películas comerciales, que pueden deprimir, pero terminan dándole alegría a la persona que las ve por su final, aunque pueden darle sensación de vacío...
Curiosamente esto no era un cuento, era una descripción, una vida, unos llenos de falsa inspiración, <ánimos de escribir>... ¡Imagina!