Como comercio, la vida se hace múltiple, elegible, aparentemente variada. Los deseos que podamos colocar sobre un estándar se potencian y se hacen eternas elecciones, ya que como humanos podemos tener momentos de cansancio para algunos actos y recuperación de esos muchos en algún tiempo. Pero en reemplazo a esos actos que detestamos, están su antónimos, sus contrarios, los que harían pulular el deseo antónimo al causar cansancio también, y el antónimo del antónimo, es la palabra, es el hecho. Sea que mantendríamos en un elemento dual que se interpolarían mientras nos amodorra el otro. Bueno, este es el hecho del comercio, y su habilidad, la característica humana que se entiende como "necesidad de variar", es con esfuerzos de mucha notoriedad fácil de explotar; vemos entonces los ejemplos sociales que evitan falsamente la monotonía; los espacios que contienen los centros comerciales, son ejemplos para un lugar delimitado políticamente, que tienden a tomarse como el espacio antimonotonía, que aunque extravíe la monotonía del entorno semanal -comúnmente trabajo- hace del entorno de los días en lo que no se trabaja, un acto monótono, no haciendo algo suficiente para cambiar su perspectiva de momento, sea sigue en una rutina que le molesta.
La idea de cambia es notable en cualquier acto, no es posible moverse, sentir, oler, ser, sin cambiar, al de menos de posición, es una imposibilidad. Mas siendo guiados con una referencia símil de cambio, se puede afirmar que todo cambia, y basándonos en este cambio, la posibilidad de no refutar "tu no has cambiado" sería bajísima. Siendo "reales" y subjetivos, en ocasiones no cambiamos teniendo como regidor un sistema de vida social; ocasionalmente no se puede pensar en la definición de cambio, sino bajo el concepto intuible de nuestra quejas, nuestro no cambio es notable, "no cambiar" puede ser una cantidad suficiente de similitudes entre un hecho y otro anterior; cumplir esto nos hace monótonos.
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