lunes, 22 de noviembre de 2010

Punto de poco color.

Ahora - diciéndolo en un recinto atemporal-, decido pasar los transcurrires explanando memeces; contando historias sentidas, muestras con un sentido individualista al vivirse egoísta:
Cada palabra que muestra un estado onírico es una recreación de lo nuestro creado de lo externo. No es aquello que deseamos lo que nos encontramos en el estado REM, es aquello que nos obsesiona y nos repercute, así sean nimiedades desde los espacios en que nos encontramos. Como pancistas totales, podemos ser altruista aparentes, con sensaciones "sólo a mí" por cada acto desconsiderado.
¡Huyamos del estado del sueño, sé que es el estado del capital, que es la idea que no hacen montar en el cerebro y nos inhiben de sentir a nuestra decisión lo propio!

...Un escrito sin intención de externos es un escrito propio, el resto es una furlería que se manipula de la dependencia externa, de las personas que no se existen en lo escrito...
Es un impedimento, es una fortaleza del orgullo, del ser, del Yo, del propio. No ha de ser buscado eternamente una explicación siempre, no, de sí mismo a sí mismo; no tendría alegría su existencia sin que primero se superpusiera la ansia de un engaño, para tener que cambiar su persona "general". 
Un engaño, no es un evento, no es un camelo colocado cómodamente sobre un evento, o un nonevento. Precisar qué es un engaño, es una imposibilidad y descararse en definirse es un acto soberbio si se desea hacerlo con certeza infalible. Nuestras muestras de cognoscencia son ideas acomodadas para ser colocadas dentro de la aceptación de nuestra mente, claramente, una interpretación. Como ser rechazado por mentes de inmediata y "del modo en que parece" interpretación, se presentan las banalidades de Georgias de Leontino; su primera "nada existe", su segunda "si algo existe no se puede conocer", su tercera "si algo existe y se puede conocer, no se puede comunicar"


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