jueves, 10 de marzo de 2011

Eesh...

Miramos, suponemos, estamos; la verdad no es data de la realidad, la verdad es data de la lógica. Qué aburrido, ¡qué aburrido!, esa creencia optimista de la belleza de la ciencia y su posibilidad de confirmar las realidades. Somos intuitivos lógicos. Seres con ideas sustento acuñaron la deducción y la inducción más “compleja”. Pasando las bases, éstas son obvias, tocables, coloquiales; la apariencia residual (la sensación que dejamos) se esgrime en la coloquialidad, lo trivial a todos. La ciencia, no puede considerarse como más que la vecindad de los malformados que afirman y confirman, los que distribuyen formalismos que acompañan a los sentidos sólo mientras se trastabilla con la simpleza. Luego, ya lejos de la capacidad siento-razono del ente, comienza la trivialidad a sobreactuar: a comer tangos y bailar la mozarella; todo es obvio, todo es trivial. Bien culpable es aquella infeliz capacidad de sentir dependencia, de absorver la pereza, de meterla y mimarla, para evitar encontrarnos con causas de nuestro “formalismo lógico”.

martes, 8 de marzo de 2011

Alimento de Ardillas

Me importa la Luna, no el innecesario astro,
me importa la Luna, esa traidora de palabras, esa vana manzana verde
cerca es esa Luna, diaria es esa Luna
despellejándome en movimientos impropios
en expresiones que no me pertenecen.
Me importa la Luna, la encerrada, la flor de invernadero
me importa la Luna, la que nace del curioso enclaustre
momentos en que el tiempo camina a mi lado, su luz estorba
momentos en que el suelo sufre mis pisadas, las aliviana.
Me importa la Luna, por su estancia, por su visita
me importa la Luna, fuera de mis pululares, fuera de mis pertenencias.
No debe echársele, no debe odiársele, no debe dejársele.
Luna, ese alimento para ardillas.
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... Es fácil escribir veleidades...
   ¡Qué respire el maracuyá!
   ¡Qué exista la Të!
¡Que huya la Luna y que se prescriba la congoja!