El espacio es poco resonante, cuando se mueven parecido suelen hacerlo cortamente. No suele incrementarse por mucho, cuando lo hace se le recuerda con cierto miedo y orgullo, mas lo que dura ese mucho es corto, es limitado, como mostrando que perder la armonía tiene su facilidad asegurada.
Cuento aquí, resueno aquí, desde cabinas cerradas, y una ventana digital que poco expresa lo posterior, que ayuda a que interprete lo que debería interpretar de afuera pero ha sido interpretado por él y deformado por él, para poderlo en este sitio pequeño, interpretarlo yo. No es molesto, no demasiado, sé que me oyen, no se irritan en darle importancia a mis palabras, ni en comentar sobre ellas, sin insistir en qué digo. Suelen emitirse temblorosas mis palabras, llegando sin titubear, puedo dudar, pero no podré mostrarlo al hablar. No me ignorarían si dudara, quien duda es tan discorde que deben mirarlo, deben observarlo por mover los eventos de manera inconexa. Se debe hablar con seguridad, para ser ignorado, pero para ser colocado en vivo, ser ignorado de esa manera sólo se logra cuando el resto ya están en un acuerdo superior contigo, cuando nos escuchan sin prestarnos atención para escuchar de re oído lo que les complace para su disonante pero estable estar. Qué terrible hablar en disonía, te miran y no preguntan, se acercan violentos, vociferan, embisten a la persona, le escupen, la ahogan; pero no es grave para pensar en resultar muerto en ello; es sólo el asesinato de la irregularidad o el aislamiento; inclusive, casos molestos en que se les permite estar y diferenciándolos en una franja tolerante, en el que hay un rechazo de razones.
Qué blanco es este lugar, si hubiese luz, como no suele haberla, es oscuro, e iluminado por luces tenues de la imágenes de cámaras, y por imágenes de computadores, o de luces que dicen "estoy prendido" o "al menos estoy conectado", noto mis manos, aunque conozco mejor mi voz. Suelo trabajar en las noches, acompañar celadores, hacerlos sentir nostalgia cuando son suficiente adultos, cuando tienen alguna lenta canción para cerrar los ojos y construir recuerdos, o si tienen algún comentario por el cual sonreír con lentitud o molestarse por lo que puede sucederles al pitar y avisar que sí existen y que no duermen. También hay nocturnos del tinto, que saben levantarse a la hora indicada y bajarle al humano sus colores malinterpretados. Feliz a veces escucho trabajadores con historias interesantes, que se mueven en sitios peculiares, como quien vigila un cementerio, que sabe bien inventarnos sus horrores, o puede gritar con desesperación quien escucha la música que coloco y se alcoholiza, no porque lo afecte demasiado, sino porque desea expresarse demasiado.
Mi emisora se esparce por líneas casuales, no se suele durar mucho en una, es curioso entender cómo piensan cuando está de noche, son menos acuerdos, más capacidad de cumplimiento, tal vez no les queda mucho del día que vivir, duermen en él, y saben que lo que les queda de día deben disfrutarlo y resultar en procrastinación sólo evitará tal disfrute, a menos que sienta agradable ese vagar. En la mañana, yo no trabajo en la emisora, trabaja una mujer, con acuerdos triviales a los míos, como el gusto por un cigarro olvidador o la sensualidad de unos tacones altos en una mujer y puestos cerca a la entrepierna de un hombre; pero con desacuerdos dolorosos como puede ser cada palabra que debe decir en las mañanas. Ella suele entretenerse más, habla con radio oyentes que pedirán una canción y desearán disfrutarla por ser la canción, la suelen invitar a fiestas o sólo a citas, y asiste a eventos en donde sonríe mucho mientras le pregunta a la gente por qué le agrada tanto una actividad socialmente aceptada en particular y por qué se adecua tan bien en el grupo de persona que comparten su gusto socialmente aceptado, creo que eso le debe dar placer y placeres posteriores, pero sigue siendo a mí parecer más encantadora la noche para trabajar en una emisora. Pero no es de culpar, al menos no a ella, en el día la cabina es sencillamente más sociable, es más dada a recibir personas, a repartir música más conocida; yo, si me atreviera a culpar a algo, culparía por completo el Sol, que nos mantiene vivos cierto, pero alumbra demasiado y es muy caliente, la noche carente de su luz y la Tierra por ese lado perdiendo calor por la ausencia de él, permite escenas de múltiples comodidades.
La cabina, particularmente, es nostálgica, y esa sensación con un ventilador encendido en ella completa una penumbra que provoca una sonrisa incierta. No habiendo más que conversar con nostálgicos nocturnos y sentir esta falsa oscuridad, queda leer, colocar música, y dejar sólo a la música un rato sola para poder dormir y deleitarse del día, un poco cansado, donde él es tan nostálgico, como en esas zonas solitarias extensas y con un sonido del viento que me recuerda ese ventilador, y la luz del Sol se esparce suave en un suelo opaco, procurar hablar con alguien en esos lugares, junto a algún alimento que se pueda consumir sin interrumpirse la sensación.
A la realidad no la desean hacer resonar, la desean mantener predecible, la desean perpetuar inmediata, pudiésemos culpar a las sensaciones repartiéndose y recordando qué es sentirse de ese modo, en la inmediatez, y degustar lo colosal de ello.
jueves, 27 de septiembre de 2012
domingo, 16 de septiembre de 2012
Textos traídos del ateísmo. 3.
Las sillas se desordenan al ser sorbidos por un centro. La piel es el color de las paredes, las sillas luchan con las mesas para no caer en el centro, el color piel sangra acercándose al centro, el centro no rueda, no huele, no se hiere. Hay personas en las sillas, no se divierten acercándose al centro.
Claro, es un centro aparente, no es un solo centro, son varios, pero muy juntos, tan cercanos que pareciera único, si los sentados no estuviesen allí y hubiesen estado más lejos se habrían enterado de esto.
Al estar sentados ven un solo centro mientras comienzan a acercarse, por esto se sentaron, se consideraban tan símiles como para ser convergentes al mismo sitio. Al ser atraídos al aparente centro, encuentran una equivocación que causaría discordia.
Serían engullidos por un centro distinto, no les agradaría realmente, les sería molesto,. Nadie que estuviese cuerdo, desearía ser engullido por un hoyo distinto al que van aquellos con quien decidió dejarse engullir.
Pero les sucedía, las razones pueden ser variados, entre ellos falta de atención o una mala medición del tiempo.
Solía resultarles traumáticos, pero no solían intentar huir, las sillas no son molestas, las sillas no son incómodas. Los fines, las miradas sí, pero están lejos...
Y sí, eran sorbido y degollados.
Claro, es un centro aparente, no es un solo centro, son varios, pero muy juntos, tan cercanos que pareciera único, si los sentados no estuviesen allí y hubiesen estado más lejos se habrían enterado de esto.
Al estar sentados ven un solo centro mientras comienzan a acercarse, por esto se sentaron, se consideraban tan símiles como para ser convergentes al mismo sitio. Al ser atraídos al aparente centro, encuentran una equivocación que causaría discordia.
Serían engullidos por un centro distinto, no les agradaría realmente, les sería molesto,. Nadie que estuviese cuerdo, desearía ser engullido por un hoyo distinto al que van aquellos con quien decidió dejarse engullir.
Pero les sucedía, las razones pueden ser variados, entre ellos falta de atención o una mala medición del tiempo.
Solía resultarles traumáticos, pero no solían intentar huir, las sillas no son molestas, las sillas no son incómodas. Los fines, las miradas sí, pero están lejos...
Y sí, eran sorbido y degollados.
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(Llamar al ateísmo suena dogmático)
Textos traídos del ateísmo. 2.
El ateísmo no es útil. No quiere decir esto que debe ser útil, por el contrario, la creencia. El ateísmo se hizo útil al existir la creencia, pero es una utilidad ficticia, sin más aplicación que negar la creencia. Al ser independiente el concepto de un ser superior de las explicaciones de la "realidad" -supuesta al menos una y objetiva-, no se encontrarán más que casuales razonamientos falsos que concluyen en algo cierto, puesto que al ser independiente su verdad y falsedad no importa.
Del mismo modo, una sociedad que funcione de manera adecuada lo hará siguiendo "reglamentos" que podrán formularse sin mención de la creencia o su negación. Así, la supuesta las menciones con una u otra posición.
Del mismo modo, una sociedad que funcione de manera adecuada lo hará siguiendo "reglamentos" que podrán formularse sin mención de la creencia o su negación. Así, la supuesta las menciones con una u otra posición.
... ...
Aquí se han asumido dos cuestiones, una que no valdría la pena dar la discusión, y otra que habría mayor tendencia a contradecirla. La primera, la existencia o no de un dios, no influye en las saberes científicos, en la explicación de la "realidad". La segunda una sociedad puede funcionar adecuadamente sin la mención de la creencia.
Tampoco se aclara muy bien, qué se entiende por adecuado. Pero también podría hacerse sin esta mención.
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(No importa si existe o no existe, las verdades no requieren de él)
Textos traídos del ateísmo. 1.
Suelen ser cambios de nombres,. podríamos anotar que también son cambios de tiempos o escenarios, pero al leerlo; son sólo cambios de nombre. Conocer la historia, ayuda a comprender el comportamiento de las masas, a veces de los particulares. Responde interpretándolo de manera adecuada a preguntas que relacionan momentos que no han sucedido. Podríamos opinar que informa sobre una predicción.
Intentar hacer eventos de cambios, sin mostrar los actos pasados de los eventos de cambio para el mismo cambio, suele producir resultados parecidos si las condiciones externas son suficientemente análogas a alguno de los otros eventos de cambio para ese cambio; y no es tan seguro que el resultado del evento del cambio haya sido el cambio.
Ejemplo relacionados con eventos de cambio que hayan tenido antecedentes de la misma índole y hayan tenido métodos de retención similares o de no fracaso similares, puede buscarse con facilidad. Además resulta notable que conocer los antecedentes de ciertas acciones, nos pueden informar sobre sus repercusiones.
El efecto más agraciado de la historia, es el poder de deducción y hacer apropiadamente (con mayor probabilidad) decisiones para cambios sociales. No es útil tener la historia para solamente comentarla nuevamente entre interesados.
Intentar hacer eventos de cambios, sin mostrar los actos pasados de los eventos de cambio para el mismo cambio, suele producir resultados parecidos si las condiciones externas son suficientemente análogas a alguno de los otros eventos de cambio para ese cambio; y no es tan seguro que el resultado del evento del cambio haya sido el cambio.
Ejemplo relacionados con eventos de cambio que hayan tenido antecedentes de la misma índole y hayan tenido métodos de retención similares o de no fracaso similares, puede buscarse con facilidad. Además resulta notable que conocer los antecedentes de ciertas acciones, nos pueden informar sobre sus repercusiones.
El efecto más agraciado de la historia, es el poder de deducción y hacer apropiadamente (con mayor probabilidad) decisiones para cambios sociales. No es útil tener la historia para solamente comentarla nuevamente entre interesados.
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(necesito una buena clase de historia)
miércoles, 12 de septiembre de 2012
Revolución
El cielo se engulle, para cambiar de color. Ese cielo, de
esa zona, se engullía. Lo hacía estando alegre de sus acciones, de su recién adquirida oscuridad, de la
mirada déspota y pseudo omnisciente en donde se sucedía. Se formaba en esas
zonas donde los seres caminan mirando hacia donde les atrae la gravedad, hacia
la calle asfaltada u ocasionalmente, hacia un verde prado, cuya virtud era su
baja temperatura. Donde las personas no miran hacia donde van.
Lucía aislado el lugar, el cielo se preparaba para molestar
con lluvia, y regocijarse descargando su pesada carga acumulada. El suelo,
grisáceo, exhalaba inmediatez, no prontitud, no eficacia. Mostraba las sombras
de los pasos, confusas como son al mirarlas cerca y difusos cuando el cielo
decide presentarse antes que el Sol.
Suelen presentarse oscuros los ojos, oscuras las caras, para
mirar el suelo hay que interponérsele a la luz, así hay aislamiento; otros
seres en las cercanías no sabidas, movimientos monótonos de los brazos
balaceándose contrariando a los pies, suscitando el equilibro, que se procura
no detectar, a menos que se lleven zapatos conocidos.
Estos lugares, están adecuados al gusto de quienes usaban
sus pupilas en mirar la dureza. Cambian al cambiar de personas, se crean
agujeros en las zonas, faltan espacios que no parecen importantes, no se pueden
adicionar lugares, sólo retirar. En los agujeros creados, se debe pasar
volando, quienes miran el asfalto no vuelan, pero suelen conocer quién los
lleve por un módico prejuicio nuevo. Existen
casos en los que no se tiene prejuicio cargado para cambiar, y sucede que deben
pasar ellos mismos los agujeros, algunos deciden quedarse quietos, no enfrentar
el hoyo y esperar por un nuevo prejuicio qué cambiar; andan algunos por los
hoyos y en ellos caen, se arrodillan y
se acercan al asfalto tanto para evitar ver zapatos y sus pasos; el último
caso, es tan terrible como mirar hacia los lados, es pasar por aquel agujero y
devolverle la zona que le correspondía…, que no sea más un agujero.
Cuando se la pasa mirando el asfalto, se sabe hacia donde
pasa el día, qué le dirá, cómo se molestará con él. Se conoce cómo caminar, por
dónde caminar, con qué zapatos permitir el contacto. Así estos lugares se
llenan de agujeros, ese saber coarta, agujereando el lugar por aquello que
tiene incógnitas resolubles pero desconocidas.
Rozándose las nubes, producían el sonido mordaz, ellas
comenzaban a despoblarse, dejando suscitar una agresiva humedad sobre aquel
lugar, mientras alumbraban a alto voltaje.
Comenzaba a llover, los seres subieron el rostro, vieron
cómo unas pocas gotas les caían en cima, tuvieron la vista un momento hacia
adelante y luego arriba. Sintieron cómo
su ruta se molestaba en describirse, sólo un tiempo corto y significante,
mientras atónitos, decidieron, bajar el rostro, mirar el asfalto colocarse más
gris por el agua y continuar con sus pasos.
martes, 4 de septiembre de 2012
Dos escritos no tan ambiguos.
Mi llegada.
Hay hoy en Medellín, es decir, mi haber está en Medellín.
Mis recuerdos están aquí, en Chiquinquirá, en Filandia, en partes tácitas de Colombia.
Mis ansias se asolean en Cali, bailan allí, y comparten conmigo la incertidumbre, supongo que también compartimos la nostalgia.
¡Hoy estoy en las calles conservadoras! ¡En las calles de la amabilidad, de la mafia y la cuneta! Tanta particularidad que puede obtenerse cada cambio de ciudad...
Las personas sí son parecidas, las personas no son mutaciones, si lo son, se sacian de particularidad genética. Las calles sí son parecidas, están teñidas de gris y se iluminan naranjas cuando el Sol decae. Las personas no son mutaciones, se emocionan incluso sabiendo cómo, incluso evitando hacerlos. Cada mundo se asemeja a los otros, más si los creo yo junto a otra personas, más si los evalúo yo. Las personas no cambian demasiado, los lugares no son tan originales. Se tiende a encantarse por esas sutilidades que cambian ciudades, que lo hacen distintas, inclusive personalidades casi idénticas en cuerpos muy distintos, excepto en su manera de mirar, encantan por esos diferenciadores.
Valorizamos los detalles, lo hacemos hipérbolas idealizadas, maravillándonos al máximo con lo que podemos sentir en las zonas efímeras y los valorizamamos más de aquello que podemos sentirles hacia ellos, alargándolos con las palabras, queremos sentir el infinito en esas expresiones al hablar de los detalles.
Hoy mi hubo está en Pereira, que habló de la eternidad y de su finitud, que ésta no se encuentra en el tiempo, sino en las sensaciones y allí, el tiempo la consume. Porque las secreciones y los voltios se agotan si se les desgasta sin más. Pudo mostrarme también, mi alegría al estar acompañado, mi molestia por la obviedad y un agrado contradictorio por la metáfora.
Los barrios están infectados por las reminiscencias, que fueron repartidas con lentitud, comenzamos por Los Molinos, pasamos incluso por Bosques de la Acuarela, Cuba, con gran ventaja Santa Mónica y hasta la Alpujarra, aunque ni barrio ni Pereira. Son momentos del pasado que se deben almacenar sin miedo al resentimiento ¡todos queremos sentir nuevamente!
Quienes van conmigo.
Hay en esta ciudad, aún una caja, no es muy grande, pero lleva con ella varios libros así que no es tan pequeña. Carga aún en ella símbolos de recuerdos y metas que deseo cargar conmigo, que deseo tener presente. Y es lo más importante que mantiene dentro de sí.
Claro es, que los libros que lleva han representado algo en mí; dos libros de Herman Hesse, uno de los recopiladores por Oscar Wilde y el libro Ibis de Vargas Vila. En los recopiladores hay un papelito que dice "Te Quiero" que lo valoro más que al mismo libro.
Pero esos objetos son más agradables que los libros: están Guurack, uno de los Bionicle, el primero que tuve, el único que no me causó esfuerzo y, también, un conquistados de ciudades y canicas; viene conmigo Eduardo, que con su cabeza cuadrada (cúbica) representa un camino acartonado, así como lo hace su gemelo que nada en las alcantarillas y que no pudo venir conmigo, él ahora mismo se encuentra guardado en una caja de papas (bien lavada) de esas costosas y sin tanta papa; está la caja del Bionicle que guarda una toalla que protege una pipa, pipa en la que no fumé, pero que sospechaba sería mía...., esta pipa huele a hierba y conoce a Eduardo; está la cajita roja en donde habita una torre china láser, me la ha dado mi hermana y allí se guardan monedas; un tarrito pequeño y tierno de Listerine que debo llenar en algún momento con Listerine, él me recuerda que soy algo obsesivo no sólo con mis dientes, pero el Listerine, es costoso; está un pequeño tarrito de mentas que viajó más de una vez a mi lado, pero no es tan relevante; y está una lavadora, lavadora de 365 días de pequeñas alegría, pintada de verde negro y amarillo, que oculta un fantasma, que trae una pequeña carta. Qué nostalgia...
Y eso va en esa caja, esos recuerdos que me acompañan.
Tengo miedo, pero no dudaré.
Sólo extraño una personas, soy un humano de pares y a quien extraño supongo me hace parte de un par.
¡Soy el compañero de mi compañera! ¡Aquí seré el matemático de Të mientras pienso que puedo cumplir mis anhelos y mis tonterías!
Hay hoy en Medellín, es decir, mi haber está en Medellín.
Mis recuerdos están aquí, en Chiquinquirá, en Filandia, en partes tácitas de Colombia.
Mis ansias se asolean en Cali, bailan allí, y comparten conmigo la incertidumbre, supongo que también compartimos la nostalgia.
¡Hoy estoy en las calles conservadoras! ¡En las calles de la amabilidad, de la mafia y la cuneta! Tanta particularidad que puede obtenerse cada cambio de ciudad...
Las personas sí son parecidas, las personas no son mutaciones, si lo son, se sacian de particularidad genética. Las calles sí son parecidas, están teñidas de gris y se iluminan naranjas cuando el Sol decae. Las personas no son mutaciones, se emocionan incluso sabiendo cómo, incluso evitando hacerlos. Cada mundo se asemeja a los otros, más si los creo yo junto a otra personas, más si los evalúo yo. Las personas no cambian demasiado, los lugares no son tan originales. Se tiende a encantarse por esas sutilidades que cambian ciudades, que lo hacen distintas, inclusive personalidades casi idénticas en cuerpos muy distintos, excepto en su manera de mirar, encantan por esos diferenciadores.
Valorizamos los detalles, lo hacemos hipérbolas idealizadas, maravillándonos al máximo con lo que podemos sentir en las zonas efímeras y los valorizamamos más de aquello que podemos sentirles hacia ellos, alargándolos con las palabras, queremos sentir el infinito en esas expresiones al hablar de los detalles.
Hoy mi hubo está en Pereira, que habló de la eternidad y de su finitud, que ésta no se encuentra en el tiempo, sino en las sensaciones y allí, el tiempo la consume. Porque las secreciones y los voltios se agotan si se les desgasta sin más. Pudo mostrarme también, mi alegría al estar acompañado, mi molestia por la obviedad y un agrado contradictorio por la metáfora.
Los barrios están infectados por las reminiscencias, que fueron repartidas con lentitud, comenzamos por Los Molinos, pasamos incluso por Bosques de la Acuarela, Cuba, con gran ventaja Santa Mónica y hasta la Alpujarra, aunque ni barrio ni Pereira. Son momentos del pasado que se deben almacenar sin miedo al resentimiento ¡todos queremos sentir nuevamente!
Quienes van conmigo.
Hay en esta ciudad, aún una caja, no es muy grande, pero lleva con ella varios libros así que no es tan pequeña. Carga aún en ella símbolos de recuerdos y metas que deseo cargar conmigo, que deseo tener presente. Y es lo más importante que mantiene dentro de sí.
Claro es, que los libros que lleva han representado algo en mí; dos libros de Herman Hesse, uno de los recopiladores por Oscar Wilde y el libro Ibis de Vargas Vila. En los recopiladores hay un papelito que dice "Te Quiero" que lo valoro más que al mismo libro.
Pero esos objetos son más agradables que los libros: están Guurack, uno de los Bionicle, el primero que tuve, el único que no me causó esfuerzo y, también, un conquistados de ciudades y canicas; viene conmigo Eduardo, que con su cabeza cuadrada (cúbica) representa un camino acartonado, así como lo hace su gemelo que nada en las alcantarillas y que no pudo venir conmigo, él ahora mismo se encuentra guardado en una caja de papas (bien lavada) de esas costosas y sin tanta papa; está la caja del Bionicle que guarda una toalla que protege una pipa, pipa en la que no fumé, pero que sospechaba sería mía...., esta pipa huele a hierba y conoce a Eduardo; está la cajita roja en donde habita una torre china láser, me la ha dado mi hermana y allí se guardan monedas; un tarrito pequeño y tierno de Listerine que debo llenar en algún momento con Listerine, él me recuerda que soy algo obsesivo no sólo con mis dientes, pero el Listerine, es costoso; está un pequeño tarrito de mentas que viajó más de una vez a mi lado, pero no es tan relevante; y está una lavadora, lavadora de 365 días de pequeñas alegría, pintada de verde negro y amarillo, que oculta un fantasma, que trae una pequeña carta. Qué nostalgia...
Y eso va en esa caja, esos recuerdos que me acompañan.
Tengo miedo, pero no dudaré.
Sólo extraño una personas, soy un humano de pares y a quien extraño supongo me hace parte de un par.
¡Soy el compañero de mi compañera! ¡Aquí seré el matemático de Të mientras pienso que puedo cumplir mis anhelos y mis tonterías!
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