domingo, 26 de mayo de 2013

Algo de THC


Hay lugares menos agradables para regañarse, como el cuaderno favorito en el cual uno suele escribir. Bien es cierto que debo ignorar muchas mañas injustificadas que están sólidamente en mí, pero que el método más sencillo que he obtenido para enfrentar los conceptos en estas mañas, ha sido la marihuana. Debo decir que me ha ido bien, mal, regular, con experiencias apreciables otras detestables, y algunas que se sienten muy desagradable pero me dejan reflexionar sobre lo que aprecios. Varias veces pierdo parte del tiempo en sus sensaciones, no es demasiado y no es de día. No debe aumentar.

Me pregunto qué debe hacer un ser humano al enterarse que una posición más que defectuosa, es injustificada y lo más importante que de elegir – si se pudiera- se evitarían, pero es un espacio deprimente del que es terriblemente complicado salir. Dolores, temblores, nervios, ira acompañan cada juicio injustificado -aunque no sólo a estos-, pero también  tienen un anexo con una explicación a aveces extensa acerca de su no necesidad, que no debería estar allí. ¿Quién los quita?

La marihuana ha sido cruel reveladora porque no ha sido muy buena mostrándome mis aspectos positivos, sino que ha sido un ente espectacular para soltar diatribas en mi contra, no sólo en el momento del consumo me hace más sincero, además me hace demasiado crítico hacia mí mismo. Tanto para verme en tantas situaciones - incluso en las que me consideraba agradable- bastante repulsivo. Es un ser que al estar dentro de uno está en pro y en contra, a veces sólo en contra a veces sólo en pro. Ambas son incoloras y creo que su carencia de tonalidades es causada por la soledad, desagradable y alegre señora. 

Al principio mencioné que era la marihuana el método sencillo para enfrentar estos problemas. Ella desinhibe, permite no pensar sino disfrutar; ella intranquiliza, permite que toda idea sea cruel o mordaz. Es una ambigua. Digo enfrentar no evitar porque consiente me enojo pero procuro ignorar esa sensación, a veces con consecuencias tediosas, en cambio cuando he fumado, no dejan de estrujarse para mostrarse sin pudor ante mí cada defecto. Quiero aclarar que aunque el consumo de hachis tenga esa virtud reflexiva, si sólo se usa para ser reflexivo es muy probable que la vida después del viaje no cambie - aunque sí se ignore- y no tenga más utilidad que disfrutar de olvidar la existencia. Esto último que sea cierto para los nostálgico y los contemplativos, a los que la consciencia los tortura tanto tiempo como lo compartan juntos. 

Por esto último - ser nostálgico- termino preguntándome sobre las personas que no lo son  y su consumo, o en general la sensación al consumir de otras personas. También esto es de carácter más particular cuando se recuerda el gusto por saber qué piensa una persona en muchas otras situaciones. Aquí en Medellín tengo la impresión que el principal consumo de marihuana sucede entre las neas, no sé qué piensen cuando están consientes, ni trabadas..., no sé nada de neas, sólo tengo esa vaga impresión a peligro que nos produce a muchos, también sus formas de razonar simples y compulsivas. Pero todo esto son impresiones y las impresiones sólo sirven -si acaso- para ser prudentes o hacer generalizaciones inútiles sobre las personas o los grupos. 

A cambio de esas reflexiones que provee la marihuana suele cobrar caro, mucho sueño, modorra y cansancio. Puedes dormir como si las energías no volvieran por horas y si vuelven pues, puedes ignorarlos: haces un pequeño esfuerzo, cambias la posición en que estás acostado y vuelves a dormir. Esa va en la post traba, así como el muchis. Odio dormir. Dormir, al igual que tener hijos, está reservado para quienes se sienten contentos con quienes son ahora mismo; al menos dormir mucho, porque domirdormir me toca, unas cuantas horas, tomar fuerzas y a ver la realidad de nuevo, preguntarse los colores con que ella y uno han amanecido para decidir qué expresión colocar al ver el exterior. Dormir mucho es vivir poco, ése, no es un defecto menor de la marihuana, es la cúspide de sus fallos, las horas en el día robados pagando la traba son horas que no se usan para nada, para tener los ojos cerrados o un poco abiertos al son de tu cuerpo pidiendo dedicarte al perezoso hedonismo de no estar sobre ninguna percepción, estar sin soñar, estar "apagado". 

Finalizaré regaños, comentarios y demás con el ejército de ideas: buenas, malas, ridículas, ocurrentes..., o al menos eso parecen. Muchas veces no son así. Son sólo ideas escuetas débilmente ocurridas por una mente taquicárdica que todo lo disfruta, resulta buen consejo diferenciar los logros del pensamiento conseguidos en fumar de las ocurrencias obvias que carecen de gracia cuando regresamos a nuestro estado "usual". Varias, debo anotar, sí pueden ser buenas ideas, originales o geniales, aunque sea sonoras; pero estas no son cuantas se nos ocurren.

Si en su fumar encuentra una idea que cree genial - aunque sea una sandez- escríbala, compóngala, recítela, cántela... Que si usted está consiente, tal vez a esa idea le dé miedo salir. Asimismo, si usted anda despreocupado e ideas que le agradan lo apabullan, no espere luego a recordarlas cuando tenga tiempo o ganas de tratarlas, no suelen volver. 

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