lunes, 5 de agosto de 2013

Un cigarro es como un mal polvo - reflexionaba un mujer- la sensación es placentera, pero pequeña, además para pedirle más placer saber que debes fumar despacio, moverte despacio, exigirle poco. Cuando se acaba - lo decía mientras cruzabas las piernas- quedas insatisfecha o a veces insatisfecha y hostigada, esto último es peor: quieres más places pero no más cigarros, aunque puedes quedar con ganas de placer y hostigada de todo. Quieres gritar desesperada, buscar donde esconderte de tu propio disfrute, pero no quieres buscar nada. Todo es desagradable e insatisfactorio; moverse, respirar mirar, estar triste o contenta. Así mismo es un mal polvo después de eyacular repentino y previo a lo deseado, te deja buscando más - presiona un poco las piernas-, pero su verga se debilita al tanto que deja alguno de tus agujeros vacíos y esperando. Cuando deprime, cuando te deprime, no quieres más polvos, ni buenos ni malos, añoras si mucho tirar todo a la mierda. Tirar la cajetilla de cigarrillos por la ventana -suspira un poco. Un poco de placer que no se encuentra fácil es la ventaja de ellos dos. Los cigarros son baratos y los malos polvos siempre están calientes. Los malos polvos los hay por todas partes y los cigarros vienen en cajetillas de a veinte. Uno tras otro hasta sentirme saciada u hostigada. Llena en ambos casos.
---
Hay que andar, es de suponer. Hay que exponer aunque no hablar. Sinceridad, que de dónde llegas, que de donde te ocultas. Silencio para nosotros mismos, nos aprendemos a callar sin quererlo a languidecer los desagrados hasta castrarnos las alegría. Cada afuera evitado por evitarlo es un suicidio, aunque cause euforias menores al más trágicas algo más ahogadas: resentido, atiborrados, liberados. Pero no se saben de ellos, envidiosos o justificados, envidiosas y justificadados, a saber. Cercanos dolores, cercanas alegría apareciendo unidas, y de tanta confusión creeremos contrarias las alegrías y los desagrados, al menos de cuando en cuando los ojos pueden caer hasta arriba de los párpados para no rodearnos de palabras y ver confusiones, para no, para abstenerse, para sí. Así, desligamos los algos, les quitamos sus conexiones y en despliegues vamos cayendo para ver que regresamos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario