jueves, 9 de septiembre de 2010

Egoísmo personalítico...

Esa repulsa exquisitas hacia tantos; esta preciosa muestra de desprecio; de aburrimiento. Qué modorra resulta una expresión engreída, preocupada, feliz... Ay, una expresión cómodo, fútil; nuestra, de egoísmo, la inutilidad del otro, de la relación al otro...
Hay una terrible condescendencia hipócrita, camélica, detestable. Una condescendencia al altruismo arrogante, al abrumar del la tristeza por el otro.
No dejan ser, no dejan mirar; hacen depender por su deseo del conocimiento total de un rumor.

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